Hay Elfos Oscuros en España, como los Moros, Mouros, Mairuk, Lamiñak... seres de tez negra constructores de dólmenes y habitantes de cuevas. O los nairons o Mainarons, duendes de las minas para algunos, o los Follets de las Cuevas, o los Gnomos del Moncayo. O tantos y tantos seres sin nombre, agrupados bajo los genéricos de enanos, que abundan en todas las tradiciones populares y cuentos españoles.
Hablar de enanos nos lleva a comentar otra de las constantes, tanto entre los Elfos Oscuros como los Luminosos y los de las Sombras: su tamaño. Es habitual describir a los Elfos como seres más pequeños que los humanos. De hecho, en la Guía de Arrowsmith, los Elfos Oscuros más altos son los Gorros Rojos, que miden alrededor de un metro y veinte centímetros. En realidad, no nos molestamos mucho en establecer diferencias en castellano y lo habitual es utilizar como sinónimos las palabras elfo, enano, gnomo, duende. A poco que investigáramos nos encontraríamos con que los constructores de nuestros dólmenes, por ejemplo, tan pronto son descritos como enanos que habitan en cuevas, como que son gigantes capaces de levantar peñas inmensas.
Pero lejos de estos seres más conocidos por la tradición oral, si hay un Elfo Oscuro famoso en nuestros días, un elfo de apariencia y tamaño humanos, un guerrero elfo, ese es un personaje creado por la literatura fantástica y los juegos de rol. De su origen mitológico conserva apenas su hábitat, el fondo de la tierra.
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