Entonces, para obligar al enemigo a obedeceros, volveréis a leer la gran interpelación con las terribles palabras de la Clavícula, hasta que el espíritu reaparezca.
¿Por qué vuelves a atormentarme? Si me dejas en reposo, te daré el tesoro más precioso, a condición de que me consagres una moneda todos los primeros lunes de cada mes y que no me llamarás sino un día de cada semana, a saber: desde las seis de la tarde hasta las dos de la noche. Recoge tu pacto; ya lo he firmado, y si no cumples tu palabra, serás mío dentro de veinte años.
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