ESTAS SON IMAGENES DE UNO DE LOS PERSONAJES MAS SIGNIFIKATIVOS DE LA HISTORIA...K ME DICEN?
"Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo los dragones aun volaban por el cielo, los unicornios corrían por los campos y las serpientes marinas pululaban por las aguas. Entre esas criaturas, una de ellas comenzó a poblar el planeta, esta criatura era a la vez el alimento y la perdida de las criaturas mágicas.
Esta criatura, la cual sé autodenomina hombre, era capaz de soñar y de contar las más increíbles hazañas, con lo cual las bestias mágicas se alimentaban. Sin embargo, lo mismo que la hacía tan benéfica, también la hacia peligrosa, porque el mismo instinto de superación y aventura que le permitía lograr las hazañas que después se contarían, la misma imaginación que le permitía crear esos sueños la llevaron a querer conquistar el planeta y no compartirlo con nadie.
Estas criaturas no podían curar como los unicornios, no podían volar como los dragones, ni mover montañas como los gigantes, sin embargo, eso no las detuvo, porque se juntaron y crearon la escritura, lo cual les permitió enseñarle a las siguientes generaciones lo que ya habían aprendido, de tal manera que la siguiente generación no partía de cero.
Después de eso, creo muchos inventos e hizo muchos descubrimientos, cada nueva ley que reforzaba la realidad, cada nueva luz que alejaba la oscuridad la hacía más fuerte y hacía más débil a las míticas bestias.
Primero las echaron de Europa y después las persiguieron por América, hasta que las serpientes se hundieron en las fosas marinas, los grifos se durmieron en las antiguas ruinas bajo las arenas del desierto y las hadas se fueron por las puertas del norte de Irlanda.
Los últimos en irse fueron los dragones, los orgullosos reyes de los cielos no deseaban dejar su reinado, si bien los aviones de metal no les permitirían seguir mucho tiempo sin dañarlos. Decidieron reunirse en los confines del sur del mundo, en la cueva de su hermana Caicai vilú. Junto a ella estaba Quetzatcoatl, la serpiente emplumada del norte y muchos otros de los cuales no se tiene el nombre.
Un gigantesco y anciano dragón hablaron:
- El tiempo se nos acaba en este planeta, debemos irnos de alguna manera, pero no desearía que nuestra última hazaña fuese una escapada con el rabo entre las piernas.
- Debemos destruir sus ciudades para que aprendan a temernos. Ya no tienen a su San Jorge, para que los proteja. - dijo un voluntarioso dragón rojo.
- Es verdad- contestó un dragón oriental - pero también es verdad que ya no es nuestro tiempo en este mundo, debemos aprender cuando fuimos vencidos e irnos con honor.
- Peor no podemos permitir el que no se nos recuerde, mientras nuestro recuerda exista tendremos una oportunidad de volver - dijo el antiguo dragón.- Debemos hacer un pacto.
- Por esto he traído a este hombre- dijo caicai vilú- ya que no podemos pensar como ellos, será mejor que uno de ellos nos plantee una solución.
De entre las sombras apareció un anciano que vivía cerca de la cueva y que había escuchado durante horas la conversación de las antiguas criaturas.
Sintió en su nariz el calor del aliento de los dragones, sintió como la mirada de curiosidad de las criaturas le calaban hasta los huesos, pero sobre todo sintió como la responsabilidad de la humanidad pesaba sobre sus
hombros.
- Ejem - carraspeó.- Creo que lo que vosotros deseáis es un acuerdo que les asegure que serán recordados, que el espíritu de las viejas hazañas se mantenga y que nuevos sueños se forjen.
- Así es - dijo la voz grave de un dragón.
- Y supongo que deseáis a la vez que exista algo de justicia poética en todo esto, de tal manera que quienes os vencieron sean quienes os recuerden.
- ¡Nadie nos ha vencido, especie de mono parlante!- bramó el dragón rojo.
- Tenéis toda la razón, mi señor- contestó rápidamente el hombre- pero así como me pusisteis en mi lugar y quebrasteis mi orgullo, desearéis que aquellos que sólo creen en la ciencia sean los que deban cumplir con hacer vuestro homenaje.
- Nos parece bien.- dijeron los dragones- tienes un año para encontrar quien se encargue de nuestro homenaje. Cuando estés listo, toca este cuerno, de tal manera que no tengamos que perder tiempo en buscarte.
El pobre hombre abrazó el cuerno, se fue lo más rápido que pudo y comenzó a buscar quién podría cumplir con esta extraña misión.
Claramente sería necesario este homenaje fuese grande, así que no podría ser llevado a cabo pro un sólo hombre. Debería ser echo por gente que pudiese hacerlo desinteresadamente, así que no podría ser echo por adultos ni hombres de negocios. Debería ser echo con amor, pero para ser realmente
valioso debería ser echo por gente que creyese plenamente en la ciencia y en el hombre.
Durante once meses y veinte días buscó a alguien que pudiese cumplir con su legado, buscó por ciudades y pueblos, por la costa y la cordillera, hasta que un día, al trepar por una empinada ladera cayó en un precipicio, pidió socorro durante días, pero no fue escuchado, cuando sus fuerzas se le acaban fue encontrado por un joven, el cual intentó ayudarlo, pero el anciano sabía que sólo debía entregar su legado para poder morir en paz.
- Joven, necesito pedirte algo
- ¿Quieres agua o algo para comer?
- No, necesito que cumplas un cometido. ¿Crees en los dragones?
- ¿Si creo en criaturas grandes como edificios que pueden volar como las aves, derribar castillos y lanzar fuego por la boca?, Por supuesto que no, sólo creo en lo que pueda ver y lo que pueda comprobar.
- ¿O sea que si te muestro a los dragones, creerías en ellos?
- Supongo que sí.
Con esto el hombre tuvo la esperanza de poder convencer a este muchacho, y junto con esto poder cumplir su misión. Con sus ultimas fuerzas tocó el cuerno que se le había dado.
El aire empezó a brillar con una luz azul y en un parpadeo aparecieron en la cueva de los dragones. El anciano sólo pudo murmurar: "Aquí esta, mi señor".
El joven no podía creer lo que veía frente a él, un ojo que lo cubría completamente lo estaba observando desde una cara de reptil.
- Veo que el anciano nos sirvió bien- dijo una voz grave y profunda.- Por lo que veo eres un incrédulo que no permite que exista algo que no pueda probar. ¿Crees en Dios?
- Soy de formación laica, mi señor.- dijo el joven
-¿ Y crees en la ciencia y que el hombre puede comprenderlo todo?
- Soy estudiante de ingeniería, mi señor.- contestó el joven, como si el sólo hecho de decir que estudiaba resumiera su filosofía de vida, su vocación y sus metas.
- Entonces, señor estudiante de ingeniería, os ordeno celebrar cada año un fiesta en honor de las aventuras pasadas, durante esta fiesta la fantasía debe cubrir un lugar donde normalmente reine vuestra ciencia y cada persona que asista debe disfrutar con grandes historias y desear ser parte de ellas.
Para esto puedes buscar gente que te ayude, pero de esa gente, siempre deberá haber uno de los tuyos, de esos que creen sólo en la ciencia y que el hombre es invencible, de tal manera que aprendan algo de humildad. ¿Podréis con esta tarea?
- Sí, mi señor.
- Entonces, que sea escrito en las estrellas y que la mismísima fantasía sea testigo - dijo el dragón- desde hoy es vuestro deber que todos los años se haga una fiesta en nuestro honor y por lo tanto será nuestro nombre el que le pongas, puedes cambiar la fecha, pero no podéis olvidar vuestro destino. Desde hoy, cada año debes celebrar un concilio donde todos se reúnan en torno a la fantasía, un fin de semana en el cual trabajareis codo a codo con desconocidos por lograr algo sólo por amor al arte, y durante ese fin de semana, aquel que vaya debe disfrutar. Cada año debes hacer un Concilio de Dragones en el cual siempre estaremos presentes.
- Será un honor, mi señor-"
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