Es una parte de la naturaleza aceptada como tal. Ya que brinda placer, aleja la conciencia del mundo cotidiano y perpetúa nuestra especie, se considera algo sagrado.
El Dios nos inculcó el deseo que asegura nuestro futuro biológico. Los símbolos que a menudo se utilizan para representar o adorar el Dios incluyen la espada, cuernos, la lanza, oro, diamante, la hoz, la flecha, la varita mágica, el tridente y el cuchillo.
Sus criaturas sagradas incluyen el toro, el perro, la serpiente, los peces, el ciervo, el dragón, el lobo, el cerdo, el águila, el halcón, el tiburón y la lagartija.
En la antigüedad, el Dios era el padre cielo, y la Diosa la madre tierra. El Dios del cielo, la lluvia y los relámpagos, descendió y se unió con la Diosa, esparciendo las semillas sobre la tierra, celebrando su fertilidad.
La Diosa es la madre universal, fuente de fertilidad, infinita sabiduría y caricias amorosas.
Como es conocida en Wicca, a menudo tiene tres aspectos: la Doncella, la Madre y la Anciana, simbolizados en la Luna creciente, llena y menguante.
Ella está a la vez en el campo no arado, la plena cosecha y la tierra inactiva cubierta de escarcha. Da vida y abundancia.
Pero al ser la vida su regalo, ella la presta con la promesa de la muerte.
Ahora, las deidades de la Wicca siguen siendo asociadas con la fertilidad, pero cada aspecto de la existencia humana puede ser ligado a la Diosa y el Dios.
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