Se la representaba en forma de estatua guardando el templo que regía. Todos los dioses contaban con sacerdotes o sacerdotisas que administraban sus correspondientes templos. A Lilith se la conocía como la Mujer Escarlata, unos dicen que por el color de sus cabellos y otros porque en los ritos y ofrendas a la diosa se incluía la sangre humana. La sacerdotisa del templo de Lilith se especializaba en ritos de índole sexual en los que participaban otros sacerdotes (incluso hombres ajenos al templo como pudieran ser personajes de alta alcurnia) pero siempre era la voluntad de la sacerdotisa la que prevalecía sobre la de los hombres a los que sometía sexualmente. Con estos ritos se pretendía obtener una serie de beneficios físicos y espirituales: la elevación del espíritu a estados de éxtasis o la tan añorada “eterna juventud” mediante la regeneración del cuerpo. Para esta última necesidad, la sacerdotisa realizaba ofrendas misteriosas con la sangre de su menstruación.
Sin embargo, en la tradición asiria, Lamastu era un ente nocturno maligno que dañaba a los seres humanos acarreándoles ciento una enfermedades de diversos tipos, matando a los niños recién nacidos o los que estaban por nacer y chupándoles la sangre a todos sin excepción. Era una diosa temida en especial por las mujeres embarazadas que para protegerse usaban amuletos de otro dios, Pazuzu, que una vez consiguió someter a Lamastu.
En el Talmud, Lilith es descrita como una amenaza para los hombres que duermen solos, y se dice que tras dejar Adán a Eva durante ciento treinta años aparecieron fantasmas (masculinos) y lilims (nocturnos y femeninos) a partir del semen de Adán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario