Los tres Ángeles, viendo que la cosa se les escapaba de las manos, intentaron hacer entrar en razón a Lilith, echando mano de argumentos más razonables. Le dijeron que si continuaba así, jamás podría regresar al seno de Dios, que estaría maldita y seguramente sería substituida por otra mujer que Dios crearía para Adán, teniendo que convivir con demonios el resto de sus días, alejada de la gracia de Dios.
Lilith exclamó que incluso esta suerte era mejor que regresar al Edén y a la sumisión a Adán y, nuevamente, se negó a regresar. Además, prefería la compañía de los Ángeles Caídos, que la respetaban y dejaban ser ella misma, que la de su estúpido compañero humano. Así Lilith prefirió su libertad, aunque fuera en una caverna, antes que la vida en un paraíso que la obligaba a renunciar a su propio deseo. Nada ni nadie fué capaz de convencerla de que regresara y Adán se sumió en la más profunda de las penas, llorando y añorando a su compañera.
La tristeza de Adán conmovió al Creador… además, quería sacárselo de encima; había que reconocer que, sin una mujer, se ponía muy pesado hasta el punto de resultar insoportable. Entonces, decidió darle una compañera menos "independiente" porque Dios se había percatado que creando a la mujer con el mismo barro que al hombre había causado tantos problemas. Entonces, cuando decidió realizar un nuevo intento, borró esta vez cualquier pretensión de independencia, creando a la segunda esposa de una costilla de Adán.
Génesis 1 18. Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". (…), con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
1 23. El hombre exclamó: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".
Así nació Eva, de la que descienden todos los hijos de Adán, mucho mas sumisa y adecuada a la función de compañera.
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