Saliendo del Edén fue a dar a las orillas del Mar Rojo (hogar de los Ángeles Caídos tras la rebelión de Lucifer). Allí se entregó a la lujuria con éstos, dando a luz a los Lilim, que eran seres de piernas y brazos peludos, con pesadas alas de piel y hueso, cola acabada en punta de flecha y pequeños cuernos sobre la cabeza. Estos fueron los primeros seres creados sin la supervisión de Dios. Los primeros Demonios.
Dios respiró aliviado creyendo que habían acabado todos los problemas, pero no. Adán estaba insoportable: a pesar de toda su cacareada autosuficiencia, la soledad le pesaba. Ya nadie aplaudía lo que hacía, ni le daba las gracias, ni… bueno, el sexo ya no volvió a ser lo mismo. Ni las sumisas ovejas, ni las juguetonas cabras podían compararse con Lilith. ¡Realmente cómo se habían divertido!
Dios concordó que una criatura del Edén no debería partir tan fácil del reino, y dispuso tres ángeles para recobrarla. Estos tres, Senoy, Sansenoy, y Semangelof, pronto encontraron a Lilith en su cueva y le exigieron su retorno con Adán por órdenes de Dios. Ante esa exigencia ella se negó aduciendo que era una pecadora. Los Ángeles, al no poder cumplir con su misión y temiendo la ira de Dios, decidieron amenazarla con un castigo por su desobediencia. Si Lilith reusaba regresar con Adán al Edén, le informaron, matarían a cien de sus hijos demonios cada día hasta que decidiera regresar, pero ella se burló de la amenaza y se negó a volver al Edén, así que los tres Ángeles empezaron a matar a los hijos de Lilith por centenas. Pero Lilith les declaró la guerra en ese momento, defendiendo a sus retoños y su libertad a costa de su propia vida.
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