Dragones Benévolos
El Dragón Dorado:
Este dragón era el más poderoso, sabio y de buenos actos, aborrecía las injusticias y luchaba contra ellas. Eran dueños de una inteligencia magnífica y enormes poderes. Algunos medían más de 50 metros y poseían enormes escamas de un impactante dorado metalizado. Poseían el poder de respirar bajo el agua, de cambiar su apariencia y de lanzar conjuros para bendecir y atraer la suerte. Utilizaban, solo para defenderse, su aliento con el que podían lanzar fuego o una nube de veneno. Estos dragones vivían en diversos lugares, podían sobrevivir en diversos climas y se ocultaban en cuevas hechas de piedras.
Era se una vez en un mundo lejano y maravilloso donde vivian los animales más majestuosos y poderosos que se pueda imaginar se escribió una historia, esta historia trataba sobre un dragón, el rey de los reyes, el dragón Dorado.
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Esta historia comienza con un guerrero, pero no un guerrero cualquiera, el era el general de las tropas aéreas de la nación del rey. El general se entrenaba todos los días y cuando luchaba, luchaba por su pueblo. El general era el guerrero mas querido por el pueblo y también por la hija del rey, Elísabeth.
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Por cada batalla ganada el rey organizaba una fiesta en el palacio. En este caso nuestro guerrero y sus tropas habían conseguido restaurar la paz en el pueblo de los Phenixes. Así que todos y cada uno de ellos fueron invitados a un gran banquete en el palacio. Al final de aquella velada el general Dorado (así era como le apodaban por su color en su forma de dragón), cogió a su enamorada de la mano, la sacó de la sala, se inclino y sacó de su bota un anillo con un diamante en el medio, y la dijo:
-Elisabeth amor mío, ya no podemos estar juntos como novios, no te asustes. Pero si quieres podemos estar juntos como esposos.
La princesa Elisabeth le respondió con rapidez:
-Oh, Dorado querido mío tu sabes que te quiero, pero eso no es cosa mía es de mi padre.
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A la mañana siguiente Dorado se levantó muy temprano dispuesto a pedir la mano en matrimonio a la hija del rey. Así que desplegó sus alas de dragón y se fue volando de su modesta casa al enorme castillo. Una vez allí, Dorado corrió hasta la sala del trono y le pidió al rey la mano en matrimonio de su hija. El rey accedió encantado y la boda se celebro a los pocos días.
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Los meses fueron pasando y a la vez el rey fue enfermando, hasta que un triste día de invierno la nación del rey (también conocida como la nación reinada) se tiño de negro, el rey había fallecido.
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A los pocos días la nación reinada volvió a ser la misma nación feliz que siempre había sido, por dos razones: la primera razón fue porque dorado fue coronado rey (la princesa Elisabeth no pudo ser coronada ni obtener la fortuna porque era una dama) y la segunda razón fue que Elisabeth dio 3 preciosos hijos al rey Dorado, a los cuales llamaron Alejandra, Siniestra y Pablo.
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